Las aguas de los océanos se vuelven más ácidas por efecto de la contaminación atmosférica, y atentan contra la vida marina. La contaminación causa estragos en el medio marino, saturando su capacidad de autorregeneración. No lo decimos nosotros, lo dicen los científicos quienes afirman que con la acidez, como resultado de la absorción de dióxido de carbono (CO2) en el agua desde la atmósfera, los océanos comienzan a enfrentar un desafío que compromete su ecosistema y biodiversidad.
El agua oceánica ha funcionado cíclicamente como regulador del ambiente, absorbiendo en conjunto con los bosques el CO2 producido en la Tierra. Sin embargo, la contaminación y un agresivo cambio climático producidos por la acción humana han ejercido mayor presión sobre el medio acuático. El agua oceánica recibe diariamente 30 millones de toneladas de CO2, según estimaciones científicas, y esto provoca una reacción química con resultados negativos.
La acidez ocurre cuando el pH (coeficiente que indica el grado de acidez) de un medio disminuye. El pH neutro del agua de mar era en promedio de 8.2 para la década de 1970. En la actualidad ha descendido a 8.1, convirtiéndose así en un medio más ácido que hace 46 años.
Consecuencias
Con las aguas del océano más ácidas, las especies con caparazón se vuelven más blandas, así los depredadores pueden comérselas con mayor facilidad.
La ruptura y debilitación de los corales es otra de las consecuencias de aguas más ácidas. Con la fragmentación de los corales se atentaría contra la barrera natural que impide la llegada del agua a tierra firme. Los corales robustos ayudan a prevenir o disminuir la fuerza de los oleajes que llegan a nuestras costas. Los arrecifes, a su vez, son el refugio de miles de organismos marinos de los que dependen otras especies para su alimentación. Dañando también la actividad comercial realizada por el hombre: la pesca.