Sabes cuándo, dónde y quién ganó el primer campeonato nacional de tabla en el Perú?

Nuestra historia pesa; Entérate cuándo y dónde se hizo el primer nacional de tabla y quién fue nuestro primer campeón.

  • Olasperu.com / Fuente: Libro 5000 años Surcando Olas
  • 22/04/2016
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El increíble apogeo del surf peruano se remonta a más de seis décadas de triunfos, glorias y hazañas asombrosas de las más grandes leyendas que han desfilado por nuestro surfing. Si nos toca hacer un ranking de los países con más influencia en las memorias del surf sudamericano, sin duda el primer puesto recae en Perú, una nación que albergó los episodios y acontecimientos más importantes del deporte de las olas, siendo uno de los pioneros absolutos de la tabla. Un ejemplo, el primer campeonato nacional realizado en nuestro litoral, que cambió la forma de ver este deporte, convirtiéndolo desde ese momento en naturalmente competitivo, inspirando a muchas generaciones a superar sus límites. ¿Quieres saber cuándo, dónde y quienes marcaron un antes y un después en el surfing peruano? No puedes dejar de leer este increíble relato. En la mañana del domingo 27 de marzo de 1955 se realizó en Kon Tiki la primera competencia oficial de ola grande que, controlada y calificada por jueces, se convirtió en el primer campeonato nacional de tabla. La playa se presentó cubierta por una densa neblina, mientras las olas, cuya espuma vestía de blanco la bahía, retumbaban mar adentro. Recelosos ante el ruido sordo y descomunal que venía desde la incierta reventazón, los competidores se persignaban antes de entrar al agua. Ellos eran Eduardo Arena, Alfredo “Pecho” Granda, Guillermo “Pancho” Wiese y Federico “Pitty” Block. Los jueces: Alfredo Álvarez Calderón, Richard Fernandini y Carlos Rey y Lama, el legendario “Rex”.

Era tal el respeto a Kontiki, que decidieron entrar con chalecos salvavidas, sin sospechar que si una ola los revolcaba, los mismos chalecos habrían ocasionado que fueran arrastrados cientos de metros a riesgo de perecer ahogados. A pesar del enorme respeto que despertó en sus corazones la braveza nunca antes vista de ese mar, competidores y jueces entraron al agua. Los jueces llevaban una tablilla de triplay clavada con tachuelas en la proa de sus tablas, y un lápiz bicolor colgado del cuello. Los competidores llevaban consigo los latidos agitados de sus corazones y la ajustada crispadura de sus nervios de acero. Ninguna ola bajaba de los siete metros de altura, y aunque los tablistas ya estaban acostumbrados al oleaje de Kon Tiki, nunca en su vida habían visto algo que se acercara remotamente a semejante despliegue de poder acuático. Según el testimonio de Carlos Rey y Lama, ese día entró una marejada que literalmente barrió la bahía: “Por primera vez el mar se mostraba así, formando una sola ola que más que ola parecía una montaña que se elevaba a todo lo largo, desde Kon Tiki hasta las cercanías de la Isla de Punta Hermosa,

Los competidores no podían en sus primeros intentos tomar las olas; éstas cambiaban con frecuencia el lugar donde se levantaba la “onda” y donde se producía la reventazón, unas veces más adelante, otras veces más atrás, crecían interminablemente rompiendo por momentos desde la misma cresta. Luego de luchar contra las olas que los azotaban sin descanso, los tablistas y jueces llegaron a la reventazón. El primero en agarrar una ola fue Alfredo Granda, el popular “Pecho” quien, a diferencia de sus rivales que corrían con tablas de madera balsa, había entrado con un tablón de los cuarenta. Animado por el ejemplo, el joven “Pitty” Block cogió la segunda ola, seguido por Eduardo Arena y “Pancho” Wiese.

Instalados firmemente sobre sus tablas, los jueces tenían que juzgar tres aspectos: tamaño de la ola, grado de dificultad de la misma y la distancia recorrida. Siguiendo ese criterio, Guillermo “Pancho” Wiese estuvo a punto de vencer en la competencia, pero el gran “Pecho” Granda fue el elegido por los dioses, al enfrentarse con un monumento de ola, la más grande de la mañana, y que bajó con su chaleco hasta el cuello, pegado como una lapa a la tabla, siguiendo la ola interminablemente hasta que esta rompió. La espuma se cernió sobre su cabeza y sepultó a Granda en sus fauces: milagrosamente, y gracias a su pericia en el deporte, “Pecho” logró surgir de la espuma desvanecida, intacto, parado firmemente sobre su tabla, luego de haber recorrido más de ciento cincuenta metros. Los campeonatos nacionales de ola grande acababan de nacer. Alfredo Granda fue el ganador de la contienda y se convertía de esta manera, en el primer campeón nacional de tabla.

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