Magers creció en la costa norte de Oahu. A una edad muy temprana se aventuró dentro de las siete millas hawaianas convirtiéndose rápidamente en un futuro de las olas grandes del archipiélago. Se ganó el respeto por su talento y el miedo que no tenía en swells enormes.
En enero de 1998, cuando una de las más grandes olas documentadas en la historia afectó a Hawaii, bautizado como “miércoles negro” por lo descomunal del oleaje. Un jovenzuelo a bordo de una tabla prestada se animó a desafiar esas condiciones a pesar de la advertencia de las autoridades que habían cerrado el lugar sin permitir la entrada a ningún rider. Pasó por delante de la policía e intentó remar en la bahía de Waimea. Ese era Jason Magers, y aunque no atrapó ninguna ola tras ser tragado por las gigantescas masas de agua, que pudieron haber cobrado con su vida, se llevó una anécdota que quedó marcada para siempre en el North Shore.
Después de ser sacado por la policía, fue llevado con esposas. Fue encarcelado en varias ocasiones por su conducta rebelde y adicciones a las drogas, puesto a rehabilitación en distintas oportunidades. A pesar de los diferentes conflictos que tenía, muchos de sus amigos como Sean Wingate, Director del Vans Triple Corona Hawaiana, lo recuerda como una persona cariñosa y generosa, además de contar con el don de la enseñanza, transmitiendo a las nuevas generaciones todo lo ha aprendido en el mar hawaiiano.
"Perdimos una verdadera leyenda de North Shore y waterman", dijo Wingate.
"Él será extrañado por muchos, pero siempre será recordado por su sonrisa contagiosa y amante de la diversión, y por esa intrépida incursión hace 19 años en el North Shore".
Jason Magers falleció en California. La causa de su muerte se mantiene en reserva. Tenía 50 años.
