Hasta hace tres días, Sidney Newman Darby fue un tipo desconocido. Tras su muerte el mundo se enteró que fue el creador de uno de los deportes más exitosos de la era moderna. Newman dejó de existir a los 88 años en su casa de Florida.
Desde muy joven fue pintor de carteles y su pasión por la navegación lo llevó a instalar una vela en una tabla de surf que guardaba en la cochera de su casa en Pensilvania. Todo debido a la frustración que sentía porque las olas del lago cercano a su casa no eran tan grandes como las de las playas, lo que le impedía cabalgarlas. Fue así que en 1964 inventó el Windsurf.
La combinación de fijar una vela a una tabla de surf funcionó y Newman le añadió al invento una articulación universal con una cuerda de nylon para poder mover la vela independiente de la tabla, con lo que podía controlar la dirección y la velocidad.
A pesar que fue creando varios prototipos y buscando patentes, no pudo registrar su invento debido a la tarifa de los abogados. Dejando así pasar el tiempo solo a practicarlo donde lo hizo hasta los 70 años de edad.
Fue así que en 1970 otros deportistas idearon su propia versión evolucionando con el tiempo. Pasó de llamarse Patin para luego ser Baja Board y finalmente terminar en Windsurf.
Darby intentó sin éxito recuperar su propiedad intelectual hasta que finalmente el Museo Nacional de Historia Americana del Instituto Smithsonian adquirió los primeros bocetos de la tabla de windsurf y recuperó la carta y los vídeos que el propio Darby envío a la revista American Windsurfer.
El auge del windsurf se vivió en la década de 1980 y le llevó a ser reconocido como deporte olímpico en 1984, aunque su popularidad tuvo un fuerte descenso a mediados de la década de 1990 por la batalla por la patente, y en la actualidad cuenta con decenas de miles de aficionados en el mundo.